lunes, 22 de noviembre de 2010

COMPROMISO CON LA VERDAD.

Compromiso filosófico con la verdad (reconocimiento a Ignacio Ellacuría, filósofo, intelectual, político, teólogo de la liberación y sacerdote español, a veintiun años de su asesinato).


"lo esencial es dedicarse filosóficamente a la liberación más integral y acomodada posible de nuestros pueblos y nuestras personas; la constitución de la filosofía vendrá entonces por añadidura. Aquí también la cruz puede convertirse en vida".   Ignacio Ellacuría.

En el transcurso de nuestra historia como personas y como especie, hemos de preguntarnos en algún momento sobre el valor de la verdad. Está pregunta puede ser respondida desde varios ángulos, pero sin duda todos aquellos que la buscan con sincero corazón, deben de plantearsela en serio y no como mero acomodo de las cosas que nos acontecen, corroboradas en nuestra inteligencia.
Para todos aquellos que han de visitar este humilde intento de reflexión, viene a la mente la pregunta primordial (antes si quiera de la cuestión de la verdad) sobre la filosofía. Bueno, ante todo y como diría Xavier Zubiri, la filosofía es la ciencia que se busca, es decir, la reflexión sobre todo aquello que se pone como objeto de reflexión, si esto es algo ocioso o no, hemos de investigarlo.
La filosofía es la ciencia que se busca, que busca su objeto, en esta ocación hemos de llenar el molde con nuestro objeto particular “la verdad”, una noción de verdad encontrada desde el punto de despliegue de nuestro horizonte de vida, es decir, la realidad histórica. No pretendo enredar al lector con términos complicados y de difícil acceso en los cuales terminemos más mareados y menos convencidos, por tanto, hemos de entender, realidad histórica como aquel lugar donde se da todo nuestra interpretación del mundo y que está posibilitado por todos los momentos pasados.
Entrando en el tema, consideremos esta realidad, es decir lo que tu  y yo vivimos y preguntémonos por el valor de la verdad en ella.
¿qué es la verdad y cómo nos interpela en nuestro diario caminar?
La primera noción de verdad que podría llegar a nuestra mente, es la que el filósofo Vico expondría como el “factum” es decir, lo ya hecho, esta primera interpretación filosófica tiene cabida en nuestra vida como una consideración cotidiana, aquello que esta hecho es lo verdadero, comprobado y postulado como valor máximo. A esta consideración habría que contraponerle el carácter de lo propiamente real, en donde lo hecho es sólo una parte de nuestra realidad, Ellacuría nos dice, entnder lo hecho como verdad, es sólo una parte de lo real… hay que voltear a lo que se está haciendo, y aun ahí, a lo que está por hacerse si es que queremos entender lo que es la verdad de la realidad”.  Esto es, interpretar la verdad no como hecho (factum) sino como aconteciendo “faciendum” (por su raiz latina).

Hasta aquí no hemos hecho mas que pura sutileza discursiva, aunque esto no ha sido de valde, pues hemos reconocido que en la realidad tal y como la vivimos, la verdad no sólo tiene que ver con lo ya hecho, sino que a la vez, entendemos que la verdad se va haciendo. Y por qué tener en cuenta dicha consideración. La filosofía tal y como la entiende Ignacio Ellacuría nos da una posible solución. Para él el filosofar está en funcion de dialogar con la realidad en cuanto a los problemas que esta misma plantea, y aquí tenemos que proceder con ciertas especificidad, la realidad no es sólo un conjunto de consideraciones teóricas, la realidad, es el conjunto de situaciones cotidianas de lo humano, en ese sentido la filosofía está al servicio de pensar las situaciones cotidianas de lo humano. Como aquellas situaciones de marginación y pobreza, o de explotación e injusticia. Hacer filosofía no es una condición intelectual, es una obligación del hombre que necesita pensar sobre lo que pasa en su mundo y es aquí donde se inscribe el valor de la verdad.
Si la verdad ha de hacerse, en ese sentido hemos de hacerla nosotros, esa verdad que ahora vivimos afectada por las mayorías populares oprimidas injustamente, no es lo hecho, esto quiere decir que no está realizada e imposibilitada, esa consideración si bien es verdadera, por cuanto es palpable, no es definitiva, está en nosotros replantear las posibilidades de generar una transformación.
Hay que hacer la verdad, y en ella la verdad de lo humano, verdad misma que ha sido encubierta por el interés de unos cuantos y ese interés a llevado a la desgracia de las mayorías.
Que hemos de estar a favor de lo verdadero y que lo verdadero está en relación íntima con la generación de un mundo más humano, es algo que no debenos de olvidar nunca, en este sentido, hacer la verdad es tarea de aquel que se pregunta por la realidad, y esto –permitame decirse- tambien es labor filosófica.

ARMANDO GONZÁLEZ. FILOSOFADO VICENTINO.

martes, 14 de septiembre de 2010

PATRIA YA PARA TODOS...

Hola que tal:
Heme aquí nuevamente compartiendo algo en torno a filosofía. Me es grato saber que nunca se agotan los temas para tener un acercamiento dialógico mediante estas breves líneas. Entonces, es así que decidí compartir algo con motivo de estas festividades, aclarando que es de una manera muy somera e inagotable. Sólo es para hacer trabajar nuestra conciencia.  
PATRIA.
Qué entiendo por patria es la primera cuestión que aparece en mi cabeza cuando pienso en este suelo mexicano. De un primer encuentro con esta palabra me lleva a pensar en una figura paternal y analizando esta figura me encuentro con un significado que me es muy familiar y sus implicaciones no menos. Y si continúo escarbando esta enigmática palabra me envuelvo en un sentimiento compartido, que sólo pueden compartir “patriotas”, o sea, hermanos (esto en analogía con la figura paternal ya mencionada anteriormente).
Si continúo con este sentido figurado de lo que para mí es “patria” – al menos en este escrito – me pienso comprometido al saberme patriota, porque me debo saber hermano de los que me rodean. Regresando a la figura paterna de la que he hecho mención – y seguiré haciendo – entonces surge una segunda cuestión, ¿qué puedo y debo entender por hermandad?, la cual me deja confundido al poder contemplar la falta de hermandad y filialidad para con la Patria (el padre). 
No quisiera que este breve compartir se tornara en una ambigüedad de comprensión en tanto a la terminología, mejor, desearía que se tornara punto de reflexión para cuestionar hasta dónde estamos comprometidos con los otros patriotas-hermanos y para con la patria-padre. En estos tiempos parece haber una queja continua de malestar social, que, según se presume, no encontramos más culpables que a un puñado de individuos que ostentan en poder a diferencia de nosotros mayoría y es un poder que al parecer no es benigno para nosotros la mayoría. Creo que es muy tarde para buscar culpables y si aún así, insistiéramos en buscarlos, hay que tener cuidado; no sea que nos encontremos dentro de los culpables. Mi propuesta es para buscar soluciones a esta situación tan penosa que como patria nos aqueja, me refiero a la pobreza, la violencia, educación ineficaz, democracia ensombrecida y muchas cosas más. “Compatriotas”, este es un buen tiempo para demostrar que realmente somos más que la promesa del ensueño de un político. Esto no quiere decir apatía a la participación activa dentro de nuestra sociedad, al contrario, es mostrar el interés por ver a nuestra patria sana, a nuestros compatriotas robustos y nuestra conciencia limpia. 
El filósofo Aristóteles nos compartió en su pensamiento esta frase: “cuidado de la sociedad que necesita de juristas, médicos y doctores del alma (psicólogos), porque esa es una sociedad enferma”. No es fatalizar estas buenas profesiones; sólo es cuestión  de hacer análoga la función de éstas y encontramos que realmente nuestra sociedad está enferma, ¿de qué? Pues no es cuestión  de mucha ciencia para diagnosticar que sufrimos desesperanza. Pero de lo que sí requeriremos mucho esfuerzo, es para recuperar las fuerzas perdidas en esta batalla que la mayor parte del tiempo es contra nosotros mismos. Regreso a la idea primaria y central: “el compromiso de patriotas-hermanos”. Hace falta voltear a ver el sufrimiento que le aqueja a nuestro próximo para comprender que no es nada ajeno al nuestro. Hace falta llenarnos de esa efervescencia que prolifera en estos días de festividad con motivos patrios, pero a favor de nuestro suelo, este suelo que nos brinda identidad, no a favor de lo que nos pueda resultar dañino.
Cierro mi comentario con una última idea, que es acerca de la identidad. Friedrich Nietzsche nos dice: “la fealdad no es más que el producto de las mescolanzas humanas”. No es para retomar el barroco sentido de que él era un racista. Es para analizar y llegar a la profundidad de que lo que nos urge es identidad. Lo digo desde esta siguiente y breve interpretación de la frase en juicio. Las mezclas: apunta a la falta de comprensión para con lo propio, aquello que te hace ser de tal o cual forma y no de otra. Y por tanto resulta la fealdad en tanto que choque de identidades mal comprendidas, pues bien, a lo que alude es a una terrible incomprensión de culturas, y si lo pasamos al campo de la sociología es a lo que se le llaman “culturas híbridas”, (sólo por mencionar de manera muy somera). 
Así pues, retomando la riqueza de la idea de este autor, quiero quedarme con la invitación a pensarme dentro de una gran totalidad (nosotros como especie humana), pero con vivencias muy particulares, tales como que soy mexicano; mexicano en una continua responsabilidad por el bienestar de mi próximo y de mi patria.  

lunes, 16 de agosto de 2010

“El profeta de actualidad…”

Hola amigos…


Me complace poder compartir una breve reflexión con un buen sabor filosófico y de tinte sociológico, la cual me llego a la mente por este enigmático rol social en el que al parecer sólo unos cuantos fueran los encargados de desarrollar este papel y el resto pasar inadvertidos de la importancia de este gran rol social. Sé que no aporto nada nuevo, sin embargo, creo necesario refrescar nuestras memorias y consciencias, porque yo sí creo que podemos cambiar la ruta de nuestras vidas. Como primer momento quiero delimitar el concepto “profeta” al que haré mención durante estas líneas para que no surja confusión alguna.

Profeta es el personaje histórico que funge como denunciante y anunciante de una situación concreta que se vive en una comunidad específica o de calidad universal. Como primera idea quizá nos venga en mente la figura religiosa ya sea por tradición o por ilación cultural. Pues bien les quiero dar una buena nueva, el “profeta” en la actualidad no tiene que ser de corte religioso necesariamente para poder denunciar o anunciar al pueblo que pertenece, tenemos ejemplos claros de hombres y mujeres que son actores de la sociedad sin tener implicación religiosa alguna, por hacer mención a algunos de ellos los presento, Lidia Cacho: periodista con calidad de profesión y pasión por la denuncia de conflictos que aquejan a la sociedad, Silvio Rodríguez: canta-autor que nos ilumina el panorama de problemas sociales en diversos ámbitos de relaciones humanas mediante la música trova, y de este modo podría continuar la lista de un sinfín de personajes que nos comparten su pensamiento en torno a una preocupación colectiva y no individual.

Y si bien no queda satisfecha la necesidad por explorar a este personaje en una definición compartiré una visión propia de lo que me significa este rol social. Profeta es el que vive y siente la realidad opresora que hunde al pueblo en una experiencia de desigualdad de oportunidades dignas y equitativas para la convivencia, que si bien no feliz de una sociedad, al menos si con una sencillez sana de relación. Como dice Carlos Marx filósofo: “la conciencia de clase”, que a mi parecer es el principal factor que empuja a un profeta.

Ahora bien si no estoy planteando un profeta con tinte religioso, la justificación es la circunstancia actual de nuestra sociedad, en la que los profetas de este tinte no son suficientes y mucho menos son los propietarios de esta actividad que nos corresponde a todos. Nuestra patria nos necesita, necesita de profetas de actualidad que apoyen en este momento tan crucial en que atravesamos como sociedad. Estamos obligados como actores de la sociedad a dar vida.

Me atrevo a mencionar las palabras de Jesucristo con respecto a los falsos profetas: “por sus frutos los conoceréis”. Y a su vez quiero compartirles una frase que ya me fue compartida también hace algunos ayeres, la cual dice: “los hombres tenemos la vida en la punta de la lengua”, no es con la intensión de infundir miedo para callar la verdad, todo lo contrario, es para hablar con ella y desde ella, podemos dar vida, palabras de esperanza con quienes nos comunicamos. Soy consciente que no estoy aportando nada nuevo y mucho menos medidas concretas y concisas para hacernos o ser profetas y desgraciadamente no las aportaré, pues ese es un trabajo personal de consciencia desde nuestras posibilidades reales, yo sólo me encargo de sembrar una pequeña semilla de vida para no sentir miedo a actuar, quizá de poder encender la pequeña chispa que se nos ha apagado por el desencantamiento que se ha generado por las vivencias tan amargas que atravesamos como sociedad. Pienso que debemos recuperar el ánimo y no dejar de luchar por esa sociedad que necesitamos, queremos y merecemos.

Me despido de ustedes esperando les sirva esta pequeño intento de reflexión con sabor filosófico y tinte sociológico.

Atte: David Hernández Chaires